La red ferroviaria española, una de las más extensas y avanzadas del mundo, mueve cada año millones de personas y toneladas de mercancías, lo que exige un suministro eléctrico continuo y fiable. En este entorno crítico, los sistemas de alimentación ininterrumpida (SAI/UPS) modulares y redundantes se convierten en piezas clave para garantizar la seguridad, eficiencia y estabilidad del tráfico ferroviario, protegiendo desde la señalización hasta las catenarias, y asegurando que el tren nunca se detenga.

Las redes de transporte se pueden calificar sin duda como parte integral de la infraestructura crítica de un país, junto con otro tipo de instalaciones como las energéticas o hidráulicas. Bien sea para el desplazamiento de personas o el movimiento de mercancías, aeropuertos, puertos, carreteras y ferrocarriles son fundamentales para el desarrollo social y económico.
En el caso de España, la estructura ferroviaria ha experimentado cambios radicales durante las últimas décadas con gran protagonismo para la alta velocidad (AVE). Como resultado de ello, la red AVE tiene en la actualidad unos 3.400 km de longitud y se encuentra entre las mayores del mundo. La red ferroviaria española en su conjunto, cuya extensión total supera los 15.000 km, es utilizada por más de 500 millones de viajeros al año y por ella circulan anualmente más de 20.000 millones de toneladas de mercancías.
Se trata, en efecto, de una infraestructura primordial y, por tanto, debe ser debidamente protegida a todos los niveles. Entre ellos, para todo lo relacionado con el suministro eléctrico.
Continuidad y estabilidad
El movimiento de semejante volumen de personas y bienes exige un suministro energético continuo y fiable, lo cual equivale en gran parte a hablar de suministro eléctrico, dado que alrededor de dos terceras partes de la red están electrificadas y constituyen el grueso del tráfico ferroviario.
El sistema de electrificación ferroviaria es muy complejo y utiliza diversos niveles de tensión en función del tipo de red, bien sea convencional o de alta velocidad. También es preciso tener en cuenta que, además de alimentar las catenarias a las que se conectan los trenes, hay que suministrar electricidad a estaciones, sistemas de señalización, dispositivos de seguridad y equipos informáticos, entre otros.
Como es natural, la electrónica de potencia juega un papel clave en el ámbito ferroviario, que dispone de sus propias normas como por ejemplo EN 50121-3-2 y EN 50121-5 para compatibilidad electromagnética, EN 50124-1 para aislamiento o EN 61287-1 para convertidores de potencia instalados a bordo del material rodante. Estas normas, entre otras muchas, han de ser cumplidas por los sistemas de alimentación ininterrumpida (SAI/UPS), cuya misión es garantizar el suministro eléctrico de forma permanente y de calidad, eliminando para ello los armónicos y las fluctuaciones de la red, como cortes de corriente o sobretensiones.
Estas necesidades de la estructura ferroviaria quedan perfectamente cubiertas por los SAI/UPS de tipo modular y redundante. La modularidad permite configurar sistemas formados por un número variable de módulos que facilitan su adaptación a los requisitos exactos de cada aplicación, con la posibilidad añadida de conectar sistemas en paralelo. De este modo se aumenta el grado de protección y la capacidad de admitir una mayor potencia en el futuro.
También es importante que los SAI/UPS para aplicaciones ferroviarias sean redundantes con el fin de proporcionar un mecanismo a prueba de fallos, incluso cuando dejan de funcionar algunos componentes o subsistemas. El resultado de esta combinación de modularidad y redundancia, junto con altos niveles de densidad de potencia y eficiencia, es una solución que asegura un tráfico ferroviario seguro y continuo. Los SAI/UPS contribuyen asimismo a maximizar el aprovechamiento de las redes ferroviarias y disminuyen el coste de la infraestructura en su conjunto.
A todo ello hay que añadir la relevancia que tienen los SAI/UPS sobre el incremento de la fiabilidad para cumplir los horarios, lo cual incide a su vez en aspectos como la seguridad, que siempre es prioritaria, así como en la reputación de los operadores ferroviarios y su rentabilidad.